Tribuna

Cambio climático y conflictos armados

Mabel González Bustelo
Responsable de la campaña de Conflictos y Medio Ambiente de Greenpeace España

Mabel González Bustelo

Mabel González
Bustelo

El cambio climático fue analizado durante muchos años como un problema medioambiental, pero un aspecto en el que se profundizó poco es su posible relación con el número e intensidad de conflictos armados en el mundo. Esto ha comenzado a cambiar. En los últimos años, un número creciente de académicos e instituciones ha comenzado a analizar las posibles consecuencias del cambio climático en la frecuencia y distribución de la violencia en el mundo. En 2007 el Consejo de Seguridad de la ONU debatió este asunto, por primera vez, como una amenaza contra la paz y la seguridad global.

Los informes más recientes ponen de manifiesto que el cambio climático tendrá consecuencias más duras para las personas que viven en la pobreza, en países en desarrollo o inestables y en condiciones de mal gobierno. En estos casos, además, el cambio climático se combinará con problemas económicos y sociopolíticos para incrementar el riesgo de violencia. Hay cuatro elementos esenciales de riesgo: inestabilidad política, debilidad económica, inseguridad alimentaria y migraciones a gran escala.

Según la organización International Alert, hay 46 países en el mundo donde el cambio climático, combinado con este tipo de problemas ya existentes, dará lugar a un alto riesgo de conflictos violentos. En estos países viven 2.700 millones de personas. En otros 56 países, habrá un alto riesgo de inestabilidad debido a la incapacidad de sus Gobiernos y estructuras estatales para hacer frente a las nuevas condiciones. Aquí viven 1.200 millones de personas más. Esto significa que, en buena parte del mundo, el cambio climático puede tener un efecto directo sobre la paz y la estabilidad si se combina con otros factores de vulnerabilidad que ya están presentes.

Aunque las vulnerabilidades existentes y las nuevas condiciones se combinarán de forma diferente en distintos países y regiones, hay algunos elementos clave a tener en cuenta. Un factor esencial será la disponibilidad de agua. Actualmente, más de 400 millones de personas no cuentan con un abastecimiento estable y seguro de este recurso, y el número va a aumentar en el futuro. Esto probablemente generará tensiones, por ejemplo, en países en rápido crecimiento como India o China, donde la demanda crece mucho más que la oferta disponible. También en lugares como Oriente Medio, donde ya hay tensiones por la gestión de cuencas hidrográficas repartidas en diferentes países.

El cambio en las temperaturas globales y el cambio en los patrones de las precipitaciones van a afectar a las cosechas, produciendo una reducción en las mismas en lugares como África austral o el centro y sur de Asia, que ya sufren de inseguridad alimentaria. La subida proyectada del nivel del mar, como consecuencia del deshielo de los glaciares, afectará a poblaciones que viven en zonas costeras reduciendo la disponibilidad de tierra en zonas como el sur de Asia. Muchos de los 200 millones de personas que viven en zonas aluviales costeras se van a ver afectados por esa subida.

La desertificación está afectando ya en zonas como el Sahel a la disponibilidad de tierra cultivable y por tanto de alimentos. El incremento de las temperaturas y unas estaciones cálidas más prolongadas extenderán también las regiones afectadas por enfermedades como el cólera o la malaria, lo que puede dar lugar a más epidemias.

De Darfur (Sudán) se ha dicho que es la primera guerra del cambio climático. Ningún conflicto tiene una sola causa, y aquí se han combinado factores como el abandono estatal histórico, la debilidad institucional, la proliferación de armas especialmente entre los jóvenes, la falta de mecanismos formales o informales para negociar entre diferentes grupos el acceso a los recursos y la distribución del poder… Y a todo ello hay que añadir el avance del desierto, con las consecuencias de retroceso de la tierra cultivable y agotamiento de las fuentes de agua, que llevó a una competencia por el acceso a estos recursos entre poblaciones de agricultores y pastores que tradicionalmente los habían compartido.

Organizaciones como la Federación Internacional de la Cruz Roja y Oxfam han alertado del incremento en la frecuencia e intensidad de los desastres naturales como consecuencia de este fenómeno. En 2007, más de 20 países africanos y 11 en Asia sufrieron las peores inundaciones en décadas. También ha aumentado ya el número de tormentas tropicales y huracanes, así como su intensidad.

Un último componente de riesgo es que, muy probablemente, grandes cantidades de personas se desplazarán y migrarán para hacer frente a la escasez y la pérdida de medios de vida. Las previsiones apuntan a que las personas huirán desde espacios rurales que ya no pueden ofrecer lo suficiente para vivir hacia las ciudades, e incluso hacia otros países. Aunque las migraciones en sí mismas no tienen por qué ser fuente de conflicto, pueden serlo si con ellas aumenta la pobreza y exclusión urbana –ligadas frecuentemente a la violencia-, o si llegan a otros lugares donde la población ya vive en condiciones precarias y son vistos como competidores por unos recursos escasos.

Evidentemente, el cambio climático ni es ni será la única fuente de tensión. Pero puede tener graves consecuencias para la paz y la seguridad global, especialmente allí donde sus efectos vengan a sumarse a condiciones de pobreza y desigualdad, un pasado de violencia, inestabilidad política y mal gobierno. Esta última condición es muy importante, ya que unas estructuras estatales ineficaces y débiles tendrán menos capacidad para promover la adaptación, y para negociar una salida equitativa para todos los grupos sociales afectados.

La falta de legitimidad es un elemento clave de la fragilidad estatal: cuando los ciudadanos no reciben respuestas, es más fácil que busquen soluciones por medios violentos. Por tanto el cambio climático es un riesgo más a añadir a la fragilidad que ya enfrentan numerosos países y poblaciones del mundo.