Diálogo en sociedades polarizadas

Mediadores internos: diálogo desde el corazón del conflicto

Sea o no sea violento, el conflicto reduce el espacio para las conversaciones abiertas y sinceras. En Irlanda del Norte había una canción titulada «Digas lo que digas, no digas nada» que resumía los temores presentes en la sociedad. En las sociedades en que se dan disputas, lo importante es quién tiene la última palabra o quién es capaz de hacer la réplica más rápida (y, a menudo, la más hiriente) y no tanto escuchar lo que dice alguien «del otro lado». Todo se reduce a «ganadores y «perdedores», a «ellos» y «nosotros». Sin embargo, en Irlanda del Norte (o en el norte de Irlanda o en “los 6 condados ocupados”, ni siquiera nos ponemos de acuerdo en el nombre), el conflicto violento causó estragos y destruyó vidas, para acabar, después de 30 años, en la mesa de negociaciones. El Acuerdo del Viernes Santo (también llamado Acuerdo de Belfast) proporciona un marco para el avance hacia la paz, aunque el proceso de paz sigue siendo frágil.

El proceso para llegar a las negociaciones inclusivas se desarrolló con gran esfuerzo. A nivel internacional, había a la vez presión, apoyo y entusiasmo con las medidas adoptadas, pero, en última instancia, fue necesario actuar internamente para construir relaciones y tantear las opciones posibles. Esto raramente se lograba mediante el trabajo de los mediadores externos, sino más bien a través del rol de los interlocutores, individuos locales a los que a menudo se denominaba insider-outsiders (algo así como forasteros autóctonos), personas que tenían credibilidad dentro de su comunidad/grupo, pero que, al mismo tiempo, reconocían que el estancamiento político precisaba la aportación de oxígeno proveniente de críticas e ideas externas. Tal y como señaló uno de estos insider-outsiders: «Los viejos problemas requieren que se planteen nuevas preguntas sobre ellos».

Idealmente, el activista insider-outsider está impregnado de las posiciones y matices de «su propio bando», pero mantiene una serie de contactos exteriores de confianza que lo conectan con personas, opiniones y perspectivas diferentes. Puede participar en un proceso que permite el flujo de diferentes puntos de vista durante un periodo de tiempo, traduciendo la información compartida en palabras que pueden ser comprendidas por los grupos involucrados. Las cuestiones críticas pueden ser planteadas como desafío al relato de los grupos establecidos. Estos desafíos deben tener en cuenta lo que es alcanzable en un momento y un contexto determinados. Este enfoque del interlocutor es más efectivo que reunir a personas con puntos de vista políticos opuestos en lo que a menudo se convierte en una confrontación defensiva y antagónica. En cambio, el insider-outsider está bien situado para tomar la temperatura de las reacciones a las cuestiones y propuestas críticas, y utilizar esta valoración para evaluar el ritmo del posible diálogo.

Un buen interlocutor puede ayudar a evitar el aumento del antagonismo que se produce como resultado de las incomprensiones y las malas interpretaciones

Clarificación de posicionamientos

El otro papel importante que pueden jugar los interlocutores locales es ayudar a un grupo político a articular su posicionamiento político en términos más claros, de modo que se comunique mejor con los demás. En tiempos de conflicto, existe el peligro de que los activistas alineados con uno u otro bando consideren que los individuos que son críticos con su posicionamiento están locos o son malos, y no interactúen con personas con opiniones contrarias. Un buen interlocutor, con credibilidad y paciencia y que mantenga un perfil bajo, puede averiguar cuáles son los puntos poco claros o débiles a fin de ayudar a clarificarlos, tanto para el público interior como para el exterior. Puede plantear las cuestiones que preocupan a los que están «al otro lado». Ello puede ayudar a evitar el aumento del antagonismo que se produce como resultado de las incomprensiones y/o las malas interpretaciones (deliberadas o no). Mientras que en una sociedad inmersa en el conflicto político muchos posicionamientos tienden a basarse en las emociones, otros temas pueden beneficiarse de un enfoque basado en las realidades económicas y sociales. ¿Qué tipo de sociedad tratamos de alcanzar? ¿Cuáles serán las implicaciones económicas de un cambio constitucional? ¿Cuál será el impacto en los diferentes sectores de la sociedad (agricultores, empresarios, trabajadores de la industria, pensionistas, etc.)?

Examinar las esperanzas e inquietudes del «angustiado segmento medio» de la población local puede ayudar también a clarificar opciones, oportunidades y retos. Hay siempre un segmento de la población que apoya firmemente un posicionamiento específico y hay un segundo segmento que sostiene una visión opuesta con la misma firmeza, pero numerosos estudios sobre la actitud de la sociedad sugieren que hay hasta un 60% de la población que no está segura de su posicionamiento o que cambia de opinión en función de las circunstancias. ¿Cuáles son las preguntas y las inquietudes de este «angustiado segmento medio»? ¿Y cómo hacer que se hable de ellas en lugar de afrontarlas sermoneando u hostigando a esta población? Los líderes locales de la sociedad civil ocupan una buena posición para explorar esta situación y para poder debatir con quienes mantienen posicionamientos políticos firmemente enraizados.

Allí donde la división política silencia a las personas es importante buscar medios para devolver la voz a los que han quedado marginados a causa del conflicto

Una iniciativa adoptada en Irlanda del Norte consistía en trabajar con una serie de comunidades de «identidad única»: nacionalistas/republicanos o bien lealistas/unionistas. Entonces, una vez que se habían establecido buenas relaciones de trabajo, se reunía a las diferentes comunidades en una conferencia conjunta en la que los miembros de estas escuchaban y preguntaban a un grupo de expertos externos. Las comunidades enfrentadas no se preguntaban directamente ni se confrontaban entre ellas, sino que escuchaban las preguntas formuladas por los representantes de «la otra» comunidad a los expertos externos, de tal modo que así eran conscientes de cuáles eran sus preocupaciones y puntos de vista, además de oír las respuestas de los expertos externos. Con el tiempo, los representantes de las comunidades adquirieron la confianza necesaria para poder hablar directamente sobre temas sensibles.

Crear espacios para nuevas sugerencias e ideas

Allí donde la división política silencia a las personas es importante buscar medios para devolver la voz a los que han quedado marginados a causa del conflicto. Ello puede hacerse a nivel de la comunidad, especialmente alrededor de preocupaciones compartidas (temas económicos y sociales) y no tanto en relación a temas políticos, que generan más divisiones. Los grupos de mujeres suelen ser los primeros que construyen este tipo de relaciones. Sin embargo, son también posibles las iniciativas más ambiciosas y a mayor escala. Cuando Irlanda del Norte pasaba por un periodo de grave parálisis política, se estableció la Comisión Opsahl, dirigida por la sociedad civil. Financiada por filántropos independientes, la Comisión fue creada (bajo la presidencia del profesor noruego Opsahl) para recabar propuestas de cualquier grupo, organización o individuo de Irlanda del Norte que quisiera opinar sobre el futuro de la región. Se recibieron aportaciones (tanto en persona como por escrito) de personas que eran víctimas/supervivientes de la violencia, partidos políticos, representantes de la Iglesia, organizaciones paramilitares, grupos deportivos, empresas, sindicatos y organizaciones comunitarias y de voluntariado, entre otros. Las sesiones de la Comisión tuvieron lugar en pueblos y ciudades y se elaboró un informe que reunía las diferentes opiniones para su consideración. Este proceso permitía que todas las opiniones tuvieran el mismo peso y facilitaba el intercambio de información.

Un modelo de consulta más reciente, bien implementado en la República de Irlanda, es el enfoque de la Asamblea de Ciudadanos, en que un grupo de ciudadanos seleccionados al azar participan en un debate facilitado sobre un tema político complicado. En la actualidad, existe una amplia gama de estrategias de democracia participativa que han sido probadas sobre el terreno en diferentes partes del mundo y que pueden adaptarse para crear espacios de debate y diálogo en sociedades divididas. El objetivo principal es reintroducir un elemento de complejidad en lo que a menudo son situaciones de suma cero. El síndrome del «ganador» y el «perdedor» incrementa invariablemente la tensión.

Nunca es demasiado pronto para diseñar e identificar estrategias y enfoques para promover un mayor entendimiento desde el núcleo del conflicto

Crear espacios para el debate es un reto aún mayor cuando se trata de interactuar con partes interesadas que se encuentran fuera de la región política en litigio. Los puntos de vista y las opiniones que se manifestaban en Gran Bretaña y en la República de Irlanda eran importantes a la hora de tomar decisiones dentro de y sobre Irlanda del Norte. La British-Irish Association, una iniciativa independiente de la sociedad civil, organizó encuentros a lo largo de muchos años, al igual que hicieron otras organizaciones. La realidad es que, aunque a menudo resulte incómodo, las opiniones de los países cercanos no pueden ser ignoradas. Como a menudo repetía Nelson Mandela: «Si quieres hacer las paces con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero». Ciertamente esto no resulta fácil, en especial cuando hay un desequilibrio de poder en el periodo central del conflicto, pero se trata de una idea importante a tener en cuenta a largo plazo.

¿Existen áreas potenciales de compromiso?

La misma palabra «compromiso» puede poner los pelos de punta en una situación de profunda división política, pero la realidad es que la sociedad es de naturaleza heterogénea y es necesario tener en cuenta todos los puntos de vista para llegar a cualquier acuerdo sobre el modo en que las personas pueden vivir juntas. Hay una serie de opciones que pueden facilitar el compromiso. El Acuerdo del Viernes Santo, por ejemplo, contempla la doble ciudadanía y la doble identidad nacional. La gente puede tener un pasaporte británico o uno irlandés, o ambos (un acuerdo político que actualmente se ve afectado por el potencial Brexit). Se dispuso una Carta de Derechos para Irlanda del Norte, complementada con una Carta de Derechos para la isla de Irlanda, todo ello en el marco de la Convención Europea de Derechos Humanos. Se establecieron instituciones y acuerdos Norte-Sur (dentro de la isla de Irlanda) y Este-Oeste (entre las islas de Irlanda y Gran Bretaña). En resumen, se hizo todo lo posible para proporcionar una identidad mixta y combinada e impulsar las posibilidades de cooperación transfronteriza y mitigar las divisiones. Las fuertes estructuras descentralizadas (lamentablemente inoperativas en la actualidad) ofrecían una estructura política que facilitaba las relaciones dentro de y entre las comunidades en Irlanda del Norte. Si bien el proceso de implementación del acuerdo de paz se ha visto afectado por numerosas dificultades, lo cierto es que cuando las partes opuestas se reunieron, hubo un reconocimiento compartido de la necesidad de buscar el compromiso y de favorecer el pensamiento creativo.

Una idea final: nunca es demasiado pronto para diseñar e identificar estrategias y enfoques para promover un mayor entendimiento desde el núcleo del conflicto. Raras veces ofrecerán soluciones a corto plazo, pero pueden ayudar a crear un proceso que evite el surgimiento de la violencia que llenó el vacío político que atormentó a Irlanda del Norte (el norte de Irlanda) durante tantas décadas.

SOBRE LA AUTORA
Avila Kilmurray trabaja actualmente en The Social Change Initiative, una ONG internacional dedicada a fortalecer el activismo y la incidencia de la sociedad civil en el ámbito de los derechos humanos y los derechos de los migrantes y refugiados. Ha trabajado en Irlanda del Norte desde 1975. Fue miembro del equipo negociador de la Coalición de Mujeres para los Acuerdos de Viernes Santo. Como directora de la Community Foundation for Northern Ireland (1994-2014) gestionó fondos europeos de paz para la reintegración de expresos políticos, víctimas y supervivientes de la violencia. Es miembro de Fund for Ireland y de diversas filantropías independientes.

Fotografía de Amber Creative Agency.

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