Diálogo en sociedades polarizadas

Acompañando procesos políticos locales para la reconstrucción del diálogo y la convivencia. El caso vasco

La sociedad vasca ha sufrido durante décadas la violencia y el terrorismo. En este sentido, se han registrado vulneraciones graves de derechos humanos más elementales, ha imperado el miedo, el silencio, la indiferencia y el desacuerdo provocando la polarización social entre las diferentes posiciones ideológicas. La declaración del cese definitivo de la violencia por parte de ETA en 2011 constituye el hito temporal que marca en buena medida las condiciones y el contexto social y político que vive el País Vasco actualmente.

En este nuevo escenario, los diferentes agentes sociales y la ciudadanía en general empiezan a activar dinámicas que tienen como objetivo natural la reconstrucción de la convivencia y unas relaciones dañadas durante décadas. Buscando la manera de incidir positivamente en este momento, el Centro Bakeola Convivencia, Conflicto y Derechos Humanos puso en marcha en el año 2008 una iniciativa en el ámbito político dirigida a propiciar el diálogo entre las diferentes fuerzas políticas con representación municipal y sensibilidades enfrentadas. Esta iniciativa alcanza mayor incidencia a partir del año 2013 y hasta ahora ha sido desarrollada en ocho municipios de Gipuzkoa y Bizkaia.

Los partidos políticos, como parte fundamental de la articulación social y la gestión de los asuntos de interés común a todos los niveles, son y han sido protagonistas de este proceso. En este sentido, consideramos que tienen la responsabilidad de tomar iniciativas en torno a dos cuestiones fundamentales, como son: el reconocimiento y la reparación de las víctimas, y  la memoria de lo acontecido en el periodo anterior marcado por las vulneraciones de derechos humanos.

El trabajo de Bakeola aquí se inscribe en un marco promovido desde las instituciones vascas1 para el fomento de una cultura democrática respetuosa con los derechos humanos, las víctimas y la memoria, fortaleciendo el debate político y la gestión positiva de los conflictos. Con el objetivo de lograr una mayor efectividad y avanzar en cuestiones concretas, las sesiones se desarrollan con los representantes de las juntas de portavoces de los grupos municipales.

Pretendemos generar espacios que propicien un diálogo abierto con todas las voces, estableciendo relaciones de respeto sin que las diferencias políticas supongan una ruptura o den lugar a desconfianzas basadas en prejuicios

En la gran mayoría de municipios en los que trabajamos, las juntas de portavoces cuentan al menos con tres o cuatro fuerzas políticas. Mayoritariamente, estos/as políticos/as acumulan un bagaje personal afectado por el contexto de violencia política. Muchos/as de ellos/as han conocido de cerca las consecuencias de esta violencia, algunos/as incluso han sido víctimas directas de la misma. De entrada, cada representante suele tomar posiciones enfrentadas hacia el resto, reproduciendo las dinámicas partidistas y polarizadas propias del juego político. Sin embargo, lo que pretendemos con este tipo de procesos es generar espacios que propicien un diálogo abierto que integre todas las voces y ponga en el centro a las personas, estableciendo relaciones de respeto sin que las diferencias políticas supongan una ruptura o den lugar a divergencias y desconfianzas basadas en prejuicios.

Al comienzo de las sesiones tratamos de establecer unas condiciones previas que deben ser asumidas por todos/as, entre las que destacan la voluntad de participación, la transparencia, la confianza y la confidencialidad. Estas son asumidas sin dificultad. Otro elemento no menos importante es la asunción de unos principios éticos basados en el respeto a todos los derechos humanos, sin exclusiones. Aunque son asumidos también por todas las personas participantes, generan, sin embargo, mayores dificultades durante el transcurso de las sesiones al poder ser interpretados en ocasiones de forma divergente por las diferentes fuerzas políticas2.

Por otra parte, en relación a las condiciones previas, se acuerda también que cada persona participante pueda expresarse en el idioma, euskera o castellano, que elija, sin que ello genere conflicto. Para abordar las sesiones combinamos diferentes estrategias y metodologías que tratan de fomentar la capacidad empática, de manera que los aspectos ideológicos y políticos pasen a un plano secundario. Se consigue de esta manera llevar la dinámica del terreno político al personal, permitiendo la posibilidad de reconocer el dolor ajeno, el daño causado durante los años de conflicto, y favoreciendo la humanización del otro.

Hay que establecer condiciones previas asumidas por todos/as: voluntad de participación, transparencia, confianza y confidencialidad

Detalles aparentemente menores en la organización de las sesiones pueden tener una importancia relevante. El hecho de reunirse en lugares ajenos al que habitualmente comparten estas personas, salir del ayuntamiento para verse en otro espacio que podría ser común, como ciudadanos/as que son, o la dinámica de sentase en círculo, sin papeles ni mesas de por medio, facilitan en gran medida la conversación en otros términos y la confianza que se pueda establecer.

Principales obstáculos

La dificultad para incorporar el relato del otro es uno de los principales obstáculos de estos procesos. Pero no es el único. Las opiniones y vivencias personales pueden en ocasiones condicionar una gestión adecuada de las emociones generando situaciones incómodas, poco respetuosas en ocasiones, que derivan en un bloqueo de la comunicación. Se dan casos de equiparación o minusvaloración de sufrimientos ajenos, se llega a justificar acciones violentas y también a subrayar la importancia de unas víctimas sobre otras.

También puede ocurrir cierto distanciamiento en estos encuentros que tiene que ver con el papel que ejercen como representantes de un partido político. En ocasiones dichos representantes no manifiestan opiniones personales por cuanto su presencia se justifica exclusivamente en calidad de político, no como ciudadano particular y como persona. Además, el calendario electoral también afecta a este tipo de procesos. Las elecciones municipales los paralizan, generando una dificultad añadida por la posibilidad de cambio de participantes.

La compleja situación social y política que subyacen en estos procesos no resulta en modo alguno fácil de regular ni encuentra avances tangibles a corto plazo. Los encuentros requieren de espacios calmados y serenos, resguardados en ocasiones de la actualidad y otros intereses mediáticos y partidistas. Y, sobre todo, necesitan de una continuidad en el tiempo que consolide la confianza personal entre los/as representantes3. Se trata en definitiva de avanzar en un proceso de humanización, deconstruyendo la imagen del adversario político como enemigo y asumiendo compromisos que trasciendan este ámbito y tengan un reflejo palpable en las relaciones sociales en el municipio.

La dificultad para incorporar el relato del otro es uno de los principales obstáculos de estos procesos de diálogo

En algunos pueblos y ciudades, este mismo proceso se ha extendido a otros contextos y agentes sociales, formándose mesas ciudadanas donde se trabajan estas dinámicas de acercamiento de posturas en pro de la convivencia y el debate democrático. Es reseñable el hecho de que, en muchas ocasiones, la ciudadanía parece ir por delante de las instituciones políticas y vive la reconstrucción de la convivencia de una manera mucho más natural, sin estar condicionada por el partidismo político.

En ambos contextos, político y ciudadano, se consigue en ocasiones avanzar hacia acuerdos políticos con unos principios mínimos, planes concretos de actuación, actos de reconocimiento de víctimas, declaraciones compartidas en fechas de especial relevancia etc. El papel de Bakeola en estos procesos de reconstrucción del tejido y las relaciones sociales es el de acompañar al grupo, que finalmente tiene que desarrollar los avances por sí mismo, reconociendo y apoyando sin coartar la necesaria libertad con la que deben manifestarse las personas implicadas.

En definitiva, tratamos de poner en valor la importancia del factor humano. Los logros de este tipo de procesos y dinámicas son muchos y variados, dependiendo en todo caso de las personas que participan en ellos. Con todo, el mayor logro consiste en trascender las posiciones políticas encorsetadas para llegar a unas relaciones normalizadas basadas en la convivencia, de respeto y la cultura democrática.

SOBRE BAKEOLA
Bakeola es un centro especializado en el abordaje satisfactorio de los conflictos que trabaja con los agentes sociales y educativos desde una perspectiva integral. Promueve procesos orientados a la mejora de la convivencia, la promoción de los derechos humanos, el desarrollo comunitario y la construcción social para la consecución de una cultura de paz.

1. El Gobierno Vasco y las Diputaciones Forales de Álava y Gipuzkoa disponen de programas de subvenciones que persiguen la mejora de la convivencia y la promoción de los derechos humanos en los municipios de Euskadi.

2. La aceptación o no de ciertos principios éticos depende tanto o más de la persona que participa y del municipio en el que lo hace que de la fuerza política a la que representa. A veces sucede que un mismo partido político puede defender posturas diferentes ante las mismas cuestiones.

3. Este tipo de procesos puede durar años, ocupando más de una legislatura, y los resultados obtenidos difieren en cada municipio. El tamaño del municipio y las relaciones que se establecen en él, la violencia sufrida, la pluralidad de fuerzas políticas con representación, o las propias personas participantes, entre otras, son variables que determinan la duración y los logros obtenidos.

Fotografía: BAKEOLA, Convivencia, Conflicto y Derechos Humanos

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