Bombarded cities

Trípoli: el conflicto

Trípoli es la segunda ciudad más importante del Líbano después de la capital, Beirut, y el centro administrativo de la región (muhafaza) del Norte. Situada en el centro de las costas orientales del Mediterráneo, a unos 80 kilómetros al norte de Beirut, conserva las huellas dejadas por las diversas civilizaciones que han poblado el área desde la Edad del Bronce.

Importante punto de conexión entre la cuenca mediterránea y la zona interior del Próximo Oriente, Trípoli ha sido, a lo largo de la historia, una metrópolis y un centro regional y provincial. Floreció y adquirió protagonismo gracias a su apertura hacia el este y el oeste y, posteriormente, sufrió un declive cuando se replegó en ambas direcciones. En la primera mitad del siglo pasado y hasta el inicio de la guerra civil libanesa, Trípoli jugó un indiscutible papel como centro del Líbano septentrional, del que era el principal polo administrativo, económico, cultural, sanitario, de servicios y de actividades, así como su nudo de comunicaciones. El alcance de los servicios que prestaba iba más allá de la frontera, abarcando las regiones periféricas sirias, así como muchos países de Oriente Medio.

La guerra civil y sus secuelas trajeron cambios drásticos a la región de Trípoli, trastocando su papel de centro regional y debilitando su interacción orgánica con las regiones vecinas. Hoy, éstas ya no convergen hacia Trípoli para temas de negocios, formación, producción o incluso comunicaciones, sino que han desarrollado enlaces directos con la capital, Beirut. La marginación de la ciudad fue exacerbada con su exclusión de los esfuerzos de reconstrucción nacional al término de la guerra civil, concentrados principalmente en el centro.

La guerra civil trajo cambios drásticos a Trípoli, trastocando su papel de centro regional y debilitando su interacción con las regiones vecinas

La población de Trípoli es de unos 500.000 habitantes, la mayoría de los cuales son musulmanes sunitas. La pequeña comunidad alauita libanesa también vive principalmente en Trípoli y se estima que está formada por unas 30.000 personas, que residen sobre todo en el barrio de Jabal Mohsen, limítrofe con el bastión sunita de Bab al-Tabbaneh. Los dos barrios están divididos por la calle Syria, quedando Jabal Mohsen en la parte alta de una colina y Bab al-Tabbaneh en la parte inferior. Los indicadores de pobreza y de pobreza extrema han sido los predominantes a lo largo de las últimas tres décadas en ambas zonas: niveles de ingresos muy bajos, desempleo, analfabetismo, trabajo infantil, hacinamiento en las viviendas, servicios deficientes… Ello constituye un terreno fértil para todo tipo de delincuencia.

El norte del Líbano en general y Trípoli en particular son unas de las partes más empobrecidas del Líbano y están dejadas de lado por el Gobierno central, lo que fomenta el crecimiento de la ira y el extremismo. Los musulmanes sunitas y alauitas de Trípoli han estado en conflicto desde la guerra civil libanesa (1975–1990). En el transcurso de la misma, los alauitas libaneses del Partido Democrático Árabe (PDA) de Jabal-Mohsen se alinearon con Siria y lucharon junto al ejército sirio contra los grupos sunitas, procedentes principalmente de Bab-Tabbaneh. Antes de la guerra, las poblaciones de los dos barrios mantenían fuertes vínculos.

Debido a las divisiones políticas existentes en Líbano, las hostilidades continuaron de forma intermitente después del final de la guerra civil hasta marzo de 2014, cuando el ejército libanés recibió órdenes concretas del Gobierno central para que pusiera fin a esta prolongada violencia. Entre 2008 y 2014 se produjeron más de veinte ciclos de violencia, cada uno de los cuales duró entre varios días y varias semanas. Aparte de las enormes pérdidas humanas, Trípoli se vio gravemente afectada como consecuencia de esta violencia, en especial en los siguientes ámbitos:

• Desplazamientos de ciudadanos: con cada ciclo de violencia, flujos de refugiados salían de las zonas calientes (especialmente Bab Al-Tabbaneh) y se dirigían a los barrios tranquilos de la ciudad, en los que eran albergados en escuelas públicas y recibían asistencia por parte del Ayuntamiento de Trípoli, en colaboración con la sociedad civil, que se ocupaba de cubrir sus necesidades básicas en los sucesivos periodos de enfrentamientos. A causa de la extrema pobreza de los ciudadanos desplazados, estos prácticamente necesitaban de todo, incluyendo alimentos y asistencia médica. El uso de las escuelas públicas para albergar a los desplazados hizo necesario reformar los edificios escolares y equiparlos adecuadamente. Por ejemplo, hubo que crear un gran número de baños para afrontar las necesidades de estos millares de ciudadanos en situación precaria.

Desde el final de la violencia, las instituciones y organizaciones de Trípoli se esfuerzan por hacer que revivan las actividades económicas, sociales y culturales

• Destrucción en la zona: cada ciclo de violencia dejaba, además del daño en los edificios y apartamentos, la destrucción de las principales infraestructuras de la zona, especialmente en materia de electricidad y alumbrado público, agua y sistemas de alcantarillado, redes de teléfonos… Los trabajos de reparación de todo ello debían iniciarse inmediatamente después de cada ciclo a fin de restaurar las condiciones de vida normales. Había que trabajar duramente, día y noche, durante semanas para volver a niveles aceptables en los servicios y el Gobierno tenía que prestar su apoyo financiero a las personas cuyas viviendas o locales comerciales habían sido dañados total o parcialmente.

• Un daño colateral adicional es el relativo a la imagen de la ciudad, que ha sido clasificada por los medios de comunicación nacionales e internacionales como lugar peligroso por la violencia que padece y por ser bastión de grupos extremistas, una imagen que ha incrementado la marginación y aislamiento de la ciudad.

Desde el final de los enfrentamientos, en marzo de 2014, las instituciones y organizaciones de Trípoli se esfuerzan por hacer que revivan las actividades económicas, sociales y culturales, así como los servicios. Para ello, cuentan con el apoyo del Banco Mundial, la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Recientemente, se ha elaborado un plan de desarrollo para Trípoli denominado «Tripoli Vision 2020», que cuenta con el apoyo de diversos consejos asesores, en los que participan importantes funcionarios gubernamentales y empresarios prominentes de la ciudad. El objetivo del proyecto es crear un marco global para la promoción de las inversiones, la formación, la recapacitación, la colocación de talento y la promoción de productos para revitalizar la economía y la subsistencia de la ciudad.

El futuro de Trípoli es, sin duda, prometedor.

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