Crear la paz

Arte y cultura: ocupar para no retroceder

«Era fin de año. Todo el mundo estaba de fiesta. La barraca de mi abuela, una casita de favela en la que vivían doce personas entre hijos y acogidos, estaba llena de gente comiendo y bebiendo. El ruido de las voces competía con el ruido de la samba y los fuegos de artificio que invadían el cielo aquella noche de fin de año. A pesar de toda aquella baraúnda, el sonido de tiros proveniente del otro lado de la favela nos llamó la atención a todos. Fueron muchos tiros. Lo que no sabíamos es que algunos de ellos habían impactado en el cuerpo de dos tíos míos, uno de diez años y otro de diecinueve. Fueron dos de los ocho muertos en la carnicería de aquel fin de año. Fueron muchas las especulaciones pero la motivación no era otra que la disputa por el espacio del tráfico de drogas. Los que vivían en un lado de la favela no podían ir al otro sin que los traficantes lo hubieran ordenado previamente. Las personas se odiaban incluso sin conocerse, sólo porque vivían en lados diferentes. Mis tíos no tenían nada que ver con la disputa pero, como se suele decir, “estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado”.»

Este fue el testimonio del adolescente Paulinho en la rueda de conversaciones para preparar el Rap em Festa, un acontecimiento creado por el Centro de Defensa de los Derechos del Niño y el Adolescente (CEDECA), con el fin de dar un espacio al movimiento hip-hop, la principal expresión cultural de la juventud de la periferia desde los años ochenta, a la vez que un espacio de diálogo entre los diferentes grupos de las favelas de la región y una estrategia de resistencia ante la gran presión y los ataques de la policía, que insiste en criminalizar a la juventud negra, pobre y de la periferia.

El hip-hop, que no sólo es un estilo de música, sino una cultura, un modo de vida, consta de diversos elementos, entre los cuales se halla la crítica al sistema de exclusión social, política y económica predominante en América Latina. Permite expresar el grito de resistencia de la juventud ante tantas envestidas de muerte que se viven día a día. Hablamos sobre los grupos de exterminio pagados por los comerciantes, de las muertes provocadas por las disputas de los traficantes, por la violencia perpetrada por la policía militar y por la ausencia de políticas públicas. En este escenario, la cultura y el arte se convierten en estrategias de supervivencia e instrumentos de lucha por los espacios públicos.

Por la cloaca
Es por la cloaca
Por donde huye la dignidad
Del chico mulato
Que, todavía inocente,
Sufre la cobardía
Del canalla uniformado.
Decían los periódicos
Al día siguiente:
Operación policial con éxito;
15 muertos, centenares de persones heridas.

Kauë Nascimento, 14 años1

Durante muchos años, el Rap em Festa se celebró de forma ininterrumpida en el patio de una escuela pública del barrio y se convirtió en una manifestación cultural importante, así como en un espacio de encuentro para muchos jóvenes, tanto de la región como de fuera. El acontecimiento se preparaba durante todo el año. Grupos de diferentes procedencias regionales y, a la vez, de toda la ciudad y de todo el país, acordaban un tema a partir del cual estudiaban y debatían durante meses, con la finalidad de escribir los textos de sus canciones y crear la realización de las danzas y los grafitis.

Los acuerdos de convivencia indicaban que se habían establecido las bases del camino hacia el respeto y el diálogo. Todos los grupos hacían su presentación. Eran dos días –con parte de la noche incluida– llenos de presentaciones, de diálogos interterritoriales y de intercambios. Había peleas que se resolvían allí mismo, como por ejemplo tener que intervenir para evitar la entrada de armas de fuego o armas blancas, así como el consumo de drogas en la escuela. Nada que la certeza de una acogida sincera, la pasión por el arte y el respeto por el otro no pudieran resolver.

El humor, el deporte, el arte y la cultura tienen un poder de interacción capaz de crear diálogos de paz en territorios de guerra

Muy pronto CEDECA comprendió que la cultura es el mejor camino para la construcción del diálogo y el consenso entre los jóvenes. Pero esto también era objeto de disputa. En Brasil, durante mucho tiempo, los políticos y las autoridades públicas utilizaron el arte y la cultura popular con el objetivo de divertir a las masas (el pueblo que vive en situación de pobreza) para evitar que pensaran. De este modo, además de mantenerlas bajo control y alienadas, aumentaban sus fortunas personales a través de contrataciones artísticas sin licitación previa. ¡Una maravilla! La juventud acaba haciendo resonar su conocimiento cultural por todas partes. Para el CEDECA, el humor, el deporte, el arte y la cultura son primordiales porque tienen un poder de interacción capaz de crear diálogos de paz en territorios de guerra.

Los proyectos culturales fueron creciendo. En la capoeira, la memoria de la resistencia del pueblo negro durante siglos de esclavitud; en la samba, la historia, la política, las desigualdades sociales, el día a día de las favelas i morros 2, el dolor y el amor cantados en poesía al son de instrumentos de percusión, cavaquinhos y guitarras; en el ritmo y la poesía del rap, el grito de indignación y la rebelión contra los sistemas de muerte contemporáneos. ¡Y esto no es todo! Los bailes urbanos llevan los cuerpos de la juventud negra y pobre a lugares prohibidos por el apartheid social no oficial. En los muros y paredes, el trazo de los grafitis transmite la osadía de la juventud. Y no podemos pasar por alto las bibliotecas populares: un rinconcito en una sala es suficiente para acumular libros cuyas historias la educación oficial no quiere explicar.

La preocupación del CEDECA pasó a ser la de encontrar caminos para avanzar en el diálogo con otras periferias y en la ocupación de los espacios todavía impregnados por la cultura de la violencia, ya que el miedo de transitar territorios desconocidos, el control criminalizador de la policía y la baja autoestima siguen confinando a muchos jóvenes en estos territorios. Así, vamos trabajando en estos espacios a través de actividades artísticas y culturales, para resignificar el sufrimiento, los miedos y los procesos de humillación y tratar de descubrir talentos y conocimientos ocultos hasta entonces. Conocer al otro a través del arte permite, además del intercambio de conocimientos, el intercambio de afectos y la revelación de identidades colectivas. Identidades negadas y subyugadas por las elites políticas y económicas que temen el despertar de la conciencia crítica de la juventud de la periferia.

«Volvía a casa con un libro de la biblioteca cuando me detuvo un policía, me vio el cómic y me lo rompió. Fue una humillación. Sentí mucha rabia» (André, 10 años)

Conocer al otro a través del arte permite el intercambio de afectos y la revelación de identidades colectivas

El CEDECA está presente en los patios de las escuelas públicas, espacios que antes los estudiantes evitaban y que ahora han adquirido otro significado gracias a las actividades culturales. Además, está presente en las plazas públicas y las pistas deportivas, en obstinada lucha contra el tráfico de drogas y la violencia policial concomitante.

Estamos hablando de una presencia conquistada a partir de muchos desafíos. Desafíos externos e internos. Los externos tienen que ver con la lucha por el espacio con las bandas criminales, la atenuación de las fuerzas de seguridad pública y privada y el prejuicio generacional y racial por parte de las instituciones públicas y los grupos conservadores de la comunidad. Por su parte, los internos tienen que ver con la desconstrucción de la cultura machista y homófoba que todavía tienen muchos jóvenes. Si bien la desigualdad económica es una cuestión de consenso, a veces hay que seguir cuestionando estos otros temas en el contenido de las manifestaciones culturales.

Sabemos que sólo se puede hacer frente y superar las desigualdades en colectividad. Sólo los movimientos organizados pueden limitar y resignificar los espacios de poder. Y los movimientos culturales pueden incidir precisamente en eso; en el fomento del diálogo, el intercambio de los conocimientos que surgen de la juventud negra y pobre, la agregación a través de los afectos expresados por medio del arte y el afrontamiento del genocidio de la juventud. Para hacerlo, hay que ocupar espacios. Ocupar para no retroceder.

Dos pistas, callejón 2, antiguo “Beco da Morte”
Atraviesa montañas de basura y cloacas a cielo abierto
Evita los perros e intenta atropellar a las ratas
Que, para cada habitante, hay setenta.

No se desanima, sigue adelante
Dicen que está mejor!
Subprefectura, “Trincou” ahora es “Rua Nova”
Abrieron una trinchera, podemos pasar como cerdos entre la basura.

Estamos casi en la cima, a la izquierda
Hombres y mujeres negras con hijos e hijas negritos.
Nuestro armamento es pesado
Libros, literatura, espray, bailes de calle,
Ballet, guitarra, capoeira, cuentacuentos,
Ludoteca, percusión, taller y estudio de grabación

¿Revolución?
No, no, no…
No es una revolución.

¡Tal vez!
Unión, evolución, humanización…

El arte es gratitud
A los Erês3, respeto, mucho respeto
Esperando que no sean solo uno más…

¡“ITALO”, carajo!

El militar desprevenido, Sidnei Ferreira4

1. Na sarjeta/ é na sarjeta/ que escorre a dignidade/ do muleke mulato/ que mesmo inocente/ sofre a covardia/ do canalha fardado/ dizia os jornais/ no dia seguinte/ operação policial bem-sucedida/ 15 mortos, centenas de pessoas feridas.

2. Literalmente, “colina”. Son las zonas donde se encuentran las favelas. De hecho, favela es el nombre de una planta que crece en los morros. Antiguamente los habitantes de Rio subían allí para recoger fruta y flores para vender, y después decían que volvían de las favelas. De ahí el nombre de estos asentamientos habitacionales.

3. El Erê es el intermediario entre una persona y su orixá (divinidades hijas del único dios, Olorum, de las cuales nacen todas la personas, según el candomblé), es la parte infantil de cada uno y reside en el punto exacto entre la conciencia de la personas y la inconciencia de l’orixá.

4. Duas pistas, viela 2, antigo «Beco da Morte»/ Atravessa morros de lixos e esgoto a céu aberto/ Desvia dos cachorros e tenta atropelar os ratos/ Que para cada morador, setenta./ Não desanima, segue em frente/ Dizem que está melhor!!!/ Subprefeitura, “Trincou”, agora é «Rua Nova”/ Abriram uma trincheira podemos/ passar feito suínos entre o lixo./ Quase lá no topo estamos à esquerda/ pretos e pretas trocando com/ pretinhos e pretinhas./ Nosso armamento é pesado/ livros, literatura, spray, dança de rua,/ balé, violão, capoeira, contação/ brinquedoteca, percussão, ateliê e/ estúdio de gravação/ Revolução?/ Não, não, não…/ não é revolução./ Talvez!/ união, evolução, humanização…/ À Arte gratidão/ Aos Erês respeito, muito respeito/ na esperança que não sejam somente mais um…/ «ITALO» ou !!! O militar despreparado, Sidnei Ferreira.

Fotografía: Sapopemba, Brasil, Centro de Defensa de los Derechos del Niño y el Adolescente (CEDECA)

© Generalitat de Catalunya