Afrontar el pasado, construir juntos el futuro

Entrevista a Pastora Mira, coordinadora del Centro de Acercamiento de San Carlos, Colombia

Pastora Mira, coordinadora del Centro de Acercamiento, Reconciliación y Reparación de San Carlos, Colombia

San Carlos, un pequeño municipio colombiano, condensó durante años el horror de la guerra. Entre 1998 y 2005, 18.000 de sus 25.000 habitantes huyeron del pueblo. Se contabilizaron 1.250 homicidios, 33 masacres, 210 desapariciones forzadas y 12 víctimas de violencia sexual. Ahora, décadas después, los sancarlatinos conviven en harmonía. Víctimas y victimarios comparten espacios y recuperan su vida tranquila. Su lucha por la memoria y la reconciliación ha sido ejemplar, gracias al trabajo del Centro de Acercamiento, Reconciliación y Reparación. En esta entrevista, conversamos con su coordinadora, Pastora Mira, víctima del conflicto y artífice de la convivencia.

¿Cómo ha sido posible en San Carlos pasar del horror de la guerra a la buena convivencia?

Donde antes era imposible transitar, donde la vida se perdía por nada, ahora la población está retornando y la convivencia es harmónica entre unos y otros, a pesar de las dificultades del día a día, económicas y de otra índole, pero sin la violencia sociopolítica que nos destruye. Ha habido mucho trabajo entre unos y otros, compromisos para tratar en la medida de lo posible de ayudar al otro, para satisfacer las necesidades básicas de todos, para acompañar a las víctimas del conflicto.

La reconciliación implica abordar el pasado, desarrollar una visión compartida del futuro, romper con la cultura del miedo y la desconfianza… ¿estos requisitos se han dado en San Carlos?

Totalmente. La reconciliación es un conjunto de acciones que permite a unos y otros mirarse a los ojos y caminar juntos. Pero además de escuchar y mirar al otro, la reconciliación es también pensar en la supervivencia y generar condiciones para ella, crear estrategias productivas para la comunidad; y participar en la reconstrucción de la memoria de lo que aquí pasó, unos y otros, sin satanizar ni alimentar odios ni venganzas, sin morbo, sino todo lo contrario, para evitar la repetición de los hechos. La memoria se debe afrontar con todo el respeto hacia al otro, y así se ha hecho en San Carlos. Cuando hablamos de convivencia harmónica en nuestro pueblo es porque se han dado estas acciones.

¿Ha sido posible construir un relato común?

En conflictos tan largos la memoria no se construye de un día para otro; estamos trabajando para llegar a una memoria que sea acorde y respetada por todas, y que permita que los hechos no se repitan de cara a las nuevas generaciones.

En este trabajo, ¿han tenido la colaboración de las autoridades nacionales?

Desde el Centro Nacional de Memoria Histórica nos han acompañado para documentar los hechos y la historia del conflicto armado ha quedado recogida en el libro San Carlos: memoria del éxodo de la guerra. Pero ha sido básicamente un trabajo de la comunidad, una iniciativa ciudadana. Ya en los años de la guerra nos movilizamos para promover acciones para finalizar el conflicto, y de ahí se creó el Centro de Acercamiento, Reconciliación y Reparación (CARE), que para nosotros ha sido un lugar de encuentro.

La reconciliación es un conjunto de acciones que permite a unos y otros mirarse a los ojos y caminar juntos, generar condiciones para la supervivencia y reconstruir la memoria

Usted fue una de las fundadoras del CARE. ¿La contribución de las víctimas del conflicto en este camino ha sido esencial para su éxito?

A las víctimas no has tocado llevar el peso de la guerra y queremos superarla y mejorar las condiciones que la generaron. Por esto es necesario abordar este camino y así yo decidí fundar el CARE, un centro de atención y acompañamiento a las víctimas, para que nadie se sienta excluido, un centro también de consulta y documentación.

El centro está situado en la que durante la guerra se conocía como la Casita del Terror. ¿Por qué?

Es un simbolismo, porque no solo hay que transformar los imaginarios de los seres humanos y dignificarlos, sino también de los lugares, para poder avanzar, generar confianza y dar pasos hacia la reconciliación.

¿Estos pasos hacia la reconciliación incluyen también el perdón?

Las víctimas hemos de crear nosotras mismas las condiciones de sanación que nos permitan perdonar, para poder liberarnos y seguir la vida adelante. En San Carlos hemos avanzado significativamente en el hecho de generar las posibilidades de retornar, de convivir, de participar… Indudablemente es una experiencia exitosa.

La experiencia de San Carlos ¿se puede extender a otros municipios?

Creo que sí. En la medida que las comunidades van viendo que una experiencia es buena, se puede trabajar. Nosotros nos sentamos en una mesa de trabajo con desmovilizados de las FARC, y vinieron como humanos, no como guerreros. El primer paso es entender eso. Aquí no venimos con coraza de guerreros ni como víctimas, sino como seres humanos, que a veces nos equivocamos y cada cual debe reconocer su equivocación.

La guerra es un monstruo que, por donde pasa, no mira si ataca niños, hombres, mujeres… el monstruo ataca indiscriminadamente

Colombia vive una situación de postconflicto donde la reconciliación y la articulación de la convivencia son retos pendientes. ¿Cree que el país está suficientemente preparado para hacer frente a estos retos?

Yo no puedo hablar sobre el país y sus 44 millones de habitantes, puedo decir que hay lugares donde se ha avanzado más, donde nosotros podemos acompañar y mostrar las rutas de lo que hemos hecho para que entremos en otra fase del postconflicto. En San Carlos unos cuantos habitantes decidimos que era hora de cambiar, que no podíamos seguir con la ley del talión.

¿Se siente orgullosa del trabajo realizado?

Llevamos doce años trabajando, la experiencia es muy positiva y, más que orgullosa, me siento comprometida. Pero hay aún temas pendientes. Como víctimas estamos a la expectativa de que empiece a funcionar la comisión de búsqueda de las personas desaparecidas. En San Carlos necesitamos recuperar a todas las personas desaparecidas. Desde el CARE tenemos identificadas a 210 desapariciones forzadas, pero la cifra puede ser superior porque hay personas que no se han acercado a nuestro centro. De estas, se ha logrado entregar con dignidad a 48, a partir de los acuerdos de justicia y paz. Pero todas las familias tienen este derecho. La guerra es un monstruo que, por donde pasa, no mira si ataca niños, hombres, mujeres… el monstruo ataca indiscriminadamente. Ahora queda mucho trabajo para que se tome conciencia de lo que se vivió para garantizar que no se vuelva a repetir.

Fotografía: Fotografía extraída del Centro de Acercamiento, Reconciliación y Reparación de San Carlos, Colombia.

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