Con motivo del 25º aniversario de la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad (Resolución 1325), el ICIP y la Escola de Cultura de Pau organizaron el 12 de noviembre en el Pati Manning el acto “¿Dónde están la paz y la seguridad? Propuestas feministas”, una jornada para analizar los avances de este marco internacional y, sobre todo, para reflexionar sobre sus retos en un contexto global marcado por la guerra, el rearme y la ofensiva autoritaria.

La apertura corrió a cargo de María Villellas (Escola de Cultura de Pau) y Kristian Herbolzheimer (ICIP), quienes situaron la sesión en un momento político especialmente difícil para los derechos de las mujeres y la defensa del multilateralismo.

El acto contó con una ponencia magistral de Sarah Taylor, experta en políticas de género, paz y seguridad, seguida de una conversación feminista con Carmen Magallón, Nour Salameh y Patricia Simón, moderada por Pamela Urrutia.

Éxitos, límites y una agenda “capturada”

En su intervención, Taylor recordó que la Resolución 1325 es fruto de décadas de activismo de las mujeres en contextos de conflicto y que ha contribuido a generar marcos internacionales y procesos de paz más inclusivos.

Aun así, advirtió sobre un problema estructural: la captura política de la agenda. Explicó que, al institucionalizarse en órganos como el Consejo de Seguridad de la ONU, la 1325 ha quedado condicionada por los intereses de los Estados —especialmente de los miembros permanentes— que priorizan su agenda geopolítica y militar. Ese desplazamiento ha comportado la pérdida de su núcleo antimilitarista: la desaparición progresiva de su esencia original, que cuestionaba el militarismo y la lógica de la guerra, pues ese planteamiento entra en conflicto directo con las prioridades de los Estados más poderosos del sistema internacional.

Esta captura también se refleja en la falta de rendición de cuentas en conflictos como los de Gaza, Sudán o Myanmar; en la reducción de la financiación a organizaciones feministas; en la confusión persistente entre “mujeres” y “género”; y en la escasa atención a las comunidades LGBTQIA+.

Según Taylor, revertir esta tendencia exige volver a situar a las constructoras de paz y a las organizaciones comunitarias en el centro, con apoyo político y económico sostenido, para recuperar el potencial transformador de la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad.

Una conversación feminista para defender la vida y la democracia

La mesa redonda, con Carmen Magallón, Nour Salameh y Patricia Simón, moderada por Pamela Urrutia, profundizó en las implicaciones actuales del militarismo y de la violencia.

La presidenta de honor de WILPF España, Carmen Magallón, describió la coyuntura actual como “tiempos muy duros y muy oscuros”. Insistió en la necesidad de proteger la Resolución 1325 como parte del derecho internacional y de recuperar conceptos básicos que hoy se cuestionan, empezando por la noción de humanidad. Tanto Magallón como Simón también alertaron sobre la importancia de contrarrestar los discursos de extrema derecha que interpelan y captan a parte de la juventud masculina, y de reivindicar propuestas que defiendan la igualdad, la convivencia y la democracia.

La investigadora y miembro de la Junta del ICIP, Nour Salameh, dirigió la mirada a Siria. Afirmó que la paz feminista parte de la memoria viva de las mujeres que han resistido durante décadas de guerra y autoritarismo. Criticó que la Agenda MPS haya sido a menudo instrumental, invitando a mujeres a la mesa de negociación sin transformar las estructuras patriarcales y militaristas.

La periodista y ecofeminista Patricia Simón denunció que hoy existe una “guerra declarada” contra quienes generan pensamiento crítico (feministas, pacifistas, periodistas) en un intento de eclipsar la democracia e imponer un régimen basado en el odio. Puso en valor la fortaleza del movimiento global de solidaridad con Palestina y la participación activa de la juventud. Recordó que, mientras el derecho internacional humanitario es vulnerado de manera flagrante, son precisamente los “radicales utópicos” quienes defienden la norma y la ley.

Una agenda que hay que seguir defendiendo

La jornada dejó claro que, pese a la instrumentalización política que ha sufrido la Resolución 1325, la fuerza transformadora de la Agenda MPS sigue viva en la solidaridad feminista, en la desmilitarización de las narrativas y en la resistencia activa de movimientos de base y comunidades que trabajan por la paz.

Lejos de abandonarla, las ponentes coincidieron en que este es precisamente el momento de profundizar en la agenda y recuperar su espíritu antimilitarista original.

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