Diálogo social y político

Los conflictos forman parte de la naturaleza humana. Cuando se gestionan de forma constructiva contribuyen al progreso social. Si no son reconocidos y tratados a tiempo pueden afectar a la convivencia social y, en casos extremos, escalar hacia un escenario de violencia. Cuando un sector de la población niega la legitimidad y propugna la eliminación del pensamiento democrático divergente, la polarización se vuelve tóxica: una dinámica destructiva que afecta también a las democracias consolidadas.

Esta línea de trabajo ofrece herramientas de análisis, gestión y transformación de conflictos, con un énfasis especial en el caso de Cataluña. La principal herramienta para prevenir o acompañar es el diálogo. El diálogo político a nivel institucional, y también el diálogo social, en todas las esferas de la sociedad.

No siempre se dan las condiciones necesarias para un diálogo, pero siempre podemos contribuir a propiciarlas. Apostar por el diálogo requiere aquello que hemos denominado “elementos para el CUIDADO» (en catalán, CURA):

– Curiosidad por entender las razones de quién piensa de manera diferente.
– Respeto a todas las personas, independientemente de sus posiciones.
– Autocrítica, porque nadie tiene la verdad absoluta.

A través del área, el ICIP organiza diversas iniciativas de diálogo para promocionar la conversación y escucha entre personas con posicionamientos alejados, incluso confrontados.

Estos ciclos reúnen a personas influyentes en diferentes ámbitos de la sociedad y de opiniones diversas; jóvenes con cargos de responsabilidad en partidos políticos y organizaciones sociales; profesorado y expertos internacionales.

El objetivo de estas experiencias es probar diferentes metodologías de promoción del diálogo, que reúnan en distintos espacios a personas con opiniones muy plurales.

Entre estas iniciativas se encuentran el Proyecto Ágora, ciclos de diálogos con jóvenes políticos y profesorado de secundaria y colaboraciones con entidades como la Escuela de Cultura de Paz y la entidad The Protopia Lab.

La polarización, en tanto que la existencia de posicionamientos enfrentados respecto de temas de debate, no es en sí misma negativa para la sociedad, pero más allá de la confrontación de ideas propia de un sistema democrático, hay un fenómeno que va en aumento en muchas democracias consolidadas y que es pernicioso en muchos sentidos. es lo que denominamos la polarización tóxica, una dinámica en la cual se menosprecian y se deslegitiman los posicionamientos diferentes: se ven “los otros” como “enemigos”, y no hay lugar para el diálogo, el debate y la confrontación de ideas constructiva.

Hacer frente a la polarización tóxica es un reto como sociedad porque afecta a la convivencia, la cohesión y la cultura democrática. La polarización tóxica deteriora los debates políticos y sociales, genera desafección política y puede derivar en violencia.

El audiovisual animado “Riesgos de la polarización tóxica: cómo hacer frente“, realizado por el ICIP e Intuitivo Films, alerta sobre esta dinámica nociva y expone algunas herramientas que tenemos al alcance con el fin de evitarla.

Las sociedades democráticas están inmersas en un proceso creciente de politización. La movilización política en torno a asuntos altamente divisivos se ha traducido en un cuestionamiento de los pilares fundamentales de nuestros sistemas políticos, y en la polarización de las sociedades en las que habitamos.

Proyectos ideológicos antagónicos generan actualmente una creciente confrontación en sociedades que ven aparecer nuevas brechas por razón de disparidades socioeconómicas, las migraciones, el rechazo a las instituciones políticas tradicionales o el encaje territorial.

En la siguiente serie de vídeos se abordan los casos catalán y español y el estadounidense.

Última actualización: 29/01/2024