El deporte como constructor de paz

Creer en el deporte como herramienta de construcción de paz

Este número del Por la Paz / Peace in Progress se dedica a un tema importante y crecientemente merecedor de reflexión en la investigación para la paz: la relación entre el deporte, la gestión de los conflictos violentos y la construcción de paz a medio y largo plazo. Un tema también controvertido, puesto que seguro que alguien pensará cómo es que el deporte puede contribuir a la resolución pacífica de controversias, a construir paz, si precisamente el mundo del deporte de competición es un ejemplo constante de competencia, de búsqueda de la victoria por encima de todo, incluso recurriendo al dopaje constante. De hecho, el deporte – en juegos colectivos- es también un ejemplo de construcción de la idea de adversario irreconciliable; y un ejemplo de uso político y a veces de manipulación, si nos referimos a la concurrencia entre estados para hacerse con el primer lugar del medallero en los Juegos Olímpicos.

Dicho de otra manera, en el mundo del deporte encontramos ejemplos de todo tipo: aprovechamiento de los Juegos Olímpicos por mor de la política con mayúscula (el caso de los Juegos de Berlín, con Hitler en el poder; el boicot a los Juegos de Moscú y Los Ángeles, durante la Guerra Fría), pero al mismo tiempo ejemplos individuales de comprensión entre atletas en los tres juegos mencionados; competencia dura, pero también solidaridad. Y también hay casos en los que el deporte ha sido un elemento de construcción de identidad colectiva de países divididos, como la Sudáfrica que puso fin al régimen del apartheid con la victoria electoral del Congreso Nacional Africano y utilizó, por tozudez de Nelson Mandela, el Mundial de rugby para crear un sentimiento de país unido en torno a su selección. Los ejemplos serían inacabables, en uno y otro sentido.

Si se combinan deporte y educación, se puede enseñar paz a los más jóvenes, devolverles esperanza

Hay que reconocer que el deporte puede ser una herramienta de construcción de paz, pero también de competencia extrema y de violencia. Y para hacer del deporte una herramienta de paz hace falta un plus, un factor adicional, ya que la potencialidad existe -cómo muestran los diversos artículos de este número- y es realmente un factor poderoso. El deporte es un ejemplo del camino que ya el año 1927, en el Congreso Mundial de Educación celebrado en Praga, emprendió la educación para la paz, con un lema también polémico, “La paz a través de la escuela”.- Es el camino que ilustra la Declaración de la UNESCO, décadas después y que señala: “Dado que la guerra nace en las mentes de las personas, es en las mentes de las personas dónde hay que construir la paz”. Ahora bien, hay que activar este plus, este factor adicional, para evitar el idealismo y el buenismo. Y éste fue el camino que emprendió la Escuela Libre de Freinet, el pragmatismo moral de William James y todos aquellos que intentaron crear, en palabras de James, “alternativas morales a la agresión y a la guerra”. Quizás se entenderá mejor lo que quiero decir con una paradoja que hace unas décadas utilizó Paulo Freire como inicio de una reflexión con educadores en valores y para la paz en la que tuve la suerte de asistir. Dijo, como frase instigadora de un par de días de trabajo, justamente eso: “La educación no es el punto de apoyo desde el que transformar el mundo, pero podría serlo”. Es decir, ni el deporte ni la educación son, per se, herramientas de transformación del mundo, de construcción de paz, pero pueden serlo y, de hecho, está en su naturaleza hacerlo. Pero hace falta evitar los factores perturbadores, la reproducción del sistema social desigual en el caso de la educación, la concurrencia excesiva y la competitividad exagerada en caso del deporte, y potenciar el valor de superación y de solidaridad, individual y colectiva, que lleva implícito.

Y tenemos ejemplos, muchos, de que eso ha sido y es posible, y de forma exitosa. Frecuentan casos en que el poder y la significación moral y cultural del deporte han servido para construir redes, para mejorar y empoderar comunidades y naciones, para fomentar la reconstrucción y la reconciliación de sociedades divididas por la violencia y la dictadura, para adquirir habilidades compartidas y para socializar grupos sociales polarizados.

El deporte es una poderosa herramienta de construcción de paz pero hace falta creerlo y buscarlo con valores adecuados

Y aquí está donde entra el papel de la investigación y de la educación para la paz. Lo diré, a modo de conclusión, con dos citas. La primera, de Nelson Mandela: “Si se combinan deporte y educación, se puede enseñar paz a los más jóvenes, devolverles esperanza y crear herramientas para que participen en la creación de una sociedad más justa y fraternal”. Por lo tanto, la idea es clara: el deporte como aliado de la educación para la paz. Pero también, como nos ha recordado un experto en noviolencia como David Coulthard, el deporte puede ser un camino para luchar contra la desigualdad y la exclusión: “Mediante reglas, el deporte pone a todas las personas que participan en igualdad de condiciones y, justamente por eso, el deporte permite trascender las diferencias, lo que hace de él una respuesta a la violencia y a la exclusión social”. En otras palabras, el deporte es una poderosa herramienta de construcción de paz y de resolución de conflictos, pero hacen falta suplementos: creerlo y buscarlo con valores adecuados.

Photography : Andre Mourao | Comité Olímpico Internacional (COI)

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