El deporte como constructor de paz

30 años después. El referéndum sobre la OTAN de 1986

El referéndum sobre la OTAN de 1986 se celebró en un periodo de la historia internacional que se ha denominado la Segunda Guerra Fría, caracterizado por un aumento de las tensiones entre Estados Unidos y la URSS y los bloques militares que lideraban -la Alianza Atlántica y el Pacto de Varsovia-; un incremento vertiginoso de los gastos militares; un intenso desarrollo de la carrera de armamentos nucleares; la alarma que generaron las declaraciones públicas de algunos líderes políticos y militares de la OTAN -que aseguraban que se podía ganar una guerra utilizando armas nucleares en un “primer golpe” contundente contra las fuerzas y las instalaciones militares del enemigo-; y la creciente preocupación social ante la posibilidad de que la implicación de las dos superpotencias en las guerras de Afganistán y Nicaragua pudiera desencadenar una escalada que condujera a la Guerra Mundial. Por todo ello, durante la Segunda Guerra Fría se fue debilitando la confianza de la población en las instituciones políticas y militares como preservadoras de la paz. Se generalizó la conciencia de que era necesaria la movilización de la ciudadanía a favor del desarme, lo cual favoreció la extensión de las actividades para la paz y el desarme por todo el mundo, entre las cuales destacan los grupos de científicos antinucleares, las declaraciones de desnuclearización municipal y los movimientos por la paz.

En un documento de la Coordinadora de Comités anti-OTAN de Cataluña, publicado 1981, se decía que “hay que tener muy en cuenta que desde el año 1953 en que Franco firmaba los pactos con Norteamérica ya estamos vinculados militarmente a la Alianza Atlántica: existe en la Península una red de comunicaciones militares que enlaza con las bases de la OTAN […] y las bases están preparadas en cualquier momento para cumplir misiones militares dentro del dispositivo estratégico atlantista”. 1 Efectivamente, España estaba vinculada a la OTAN a través del Convenio Bilateral con Estados Unidos y las bases militares norteamericanas que había en el territorio español, pero era una vinculación indirecta. En el marco de la Segunda Guerra Fría, los gobiernos de Estados Unidos y de los principales países miembros de la OTAN querían una mayor implicación de España porque el territorio español era esencial si estallaba una guerra en Europa entre los países del Pacto de Varsovia y los países de la Alianza Atlántica, como plataforma de apoyo logístico, de ataque y de repliegue. Joan E. Garcés, en su obra Soberanos e intervenidos afirmaba que “retener el control estratégico sobre España después de Franco era un programa común de la Alianza Atlántica, aplicado en común”, que “los grupos que en 1977 fueron legalizados y emergieron controlando la escena política eran precisamente los selectivamente financiados desde gobiernos de la Coalición de la Guerra Fría” y que “la sucesión del régimen franquista se llevó a cabo de modo que se dificultara, e imposibilitara, un proyecto nacional o una política exterior no alineada o neutral”. 2

Incorporar restricciones a la permanencia de España en la OTAN en el texto sometido a referéndum influyó mucho en el resultado final

El proyecto de incorporación de España a la OTAN se encontró inicialmente con una dificultad: la reticencia del presidente del gobierno español Adolfo Suárez, que durante sus cuatro años al frente del ejecutivo no había tomado ninguna decisión sobre esta cuestión. Su sustituto, Leopoldo Calvo Sotelo, en el discurso de investidura del 18 de febrero de 1981, como candidato a la presidencia del gobierno por la UCD, se comprometía a incorporar España a la OTAN, hecho que se aprobaría por mayoría simple en el Parlamento español el 29 de mayo de 1982. En aquel momento, la postura defendida por el PSOE era “OTAN de entrada NO” eslogan que sintetizaba su oposición a la propuesta del gobierno de Calvo Sotelo. Pero pocos años después, el PSOE, que gobernaba desde su victoria por mayoría absoluta en las elecciones generales legislativas del 28 de octubre de 1982, cambiaría de opinión sobre la pertenencia de España en la Alianza Atlántica, y pasaría a pedir votar “SÍ en interés de España” en la campaña del referéndum de 1986. Esto después de que Felipe González, en el XXX Congreso del PSOE de diciembre de 1984, forzara a retirar la oposición a la Alianza Atlántica. Después de la conversión atlantista del PSOE, el movimiento por la paz y las fuerzas políticas y sociales que le daban apoyo, se convertirían en la esperanza de una España neutral y no alineada.

El referéndum lo ganaron los que propugnaron la permanencia de España en la OTAN por trece puntos de diferencia, aunque el “no” fue mayoritario en Cataluña, Navarra, el País Vasco y Canarias. ¿Cómo se explica esta derrota del “No”? Hay diversos factores que influyeron. Por una parte, en el resultado del referéndum, incidió mucho el hecho que en el texto que se sometió a consulta se incorporaran tres restricciones a la permanencia de España a la OTAN: 1) La participación de España en la Alianza no incluirá su incorporación en la estructura militar integrada. 2) Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en el territorio español. 3) Se procederá a la progresiva reducción de la presencia militar de los Estados Unidos en España. Según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, de marzo de 1986, el 17% de los que votaron “Sí” indicaron que lo habían hecho por las condiciones restrictivas de permanencia a la OTAN que figuraban en la pregunta. Probablemente, este sector de la población llegó a la conclusión de que la permanencia en la Alianza Atlántica era inevitable y que la propuesta del Gobierno del PSOE al menos garantizaba que se pusieran unos límites.

La insistencia del Gobierno que la victoria del “No” supondría la desestabilización política incidió en el cambio de opinión de un segmento significativo de la población

Por otra parte, uno de los aspectos que más incidió en el cambio de opinión de un segmento significativo de la población fue que desde el Gobierno se insistió en que la victoria del “No” supondría la desestabilización política. El propósito de Felipe González y su gobierno era que la población pensara que una victoria del “No” supondría la dimisión del Gobierno y la convocatoria de unas nuevas elecciones, en las cuales Coalición Popular podía obtener la mayoría y aprobar la plena integración en la Alianza Atlántica sin ningún tipo de restricción. Claro está que bastantes personas contrarias a la permanencia de España en la OTAN tuvieron miedo ante esta posible perspectiva y optaron por abstenerse, votar en blanco o incluso votar “Sí” porque creían que votando “No” debilitaban las posibilidades del PSOE para seguir gobernando -que a su criterio era lo que en aquellos momentos garantizaba la consolidación de una democracia que había sido amenazada hacía pocos años por un intento de golpe de Estado-. El hecho de que la situación política fuera diferente en las comunidades autónomas dónde el “No” fue mayoritario (Cataluña, Canarias, el País Vasco y Navarra), con una presencia relevante de fuerzas nacionalistas, independentistas y comunistas, atenuó la presión del Gobierno del PSOE sobre los ciudadanos. Concretamente, la cuestión de quién gestionaría el “No” a la OTAN no tendría un efecto tan poderoso en estas comunidades autónomas. En Cataluña, las fuerzas políticas que se opusieron a la pertenencia de España en la OTAN, tanto los grupos independentistas ERC, ENE y la Crida, como los partidos comunistas PSUC, PCC, MCC y LCR tenían, en conjunto, una gran incidencia. Además, es importante tener en cuenta que la coalición nacionalista CiU, que era pro-atlantista, no hizo campaña para el “Sí”, sino que propugnó la libertad de voto de sus militantes y simpatizantes.  

En aquellas circunstancias, el Gobierno no podía aspirar a una aceptación mayoritaria de la OTAN sino a obtener una victoria en el referéndum de la forma que fuera con el fin de garantizar la permanencia de España en la Alianza Atlántica. José María Maravall, en su libro El control de los políticos, explicaba la actuación del Gobierno del PSOE: “Ante la perspectiva de una derrota muy probable, los socialistas […] acentuaron el dramatismo de la situación recurriendo a dos nuevos elementos: la inevitable dimisión de González como presidente del Gobierno en caso de derrota y el riesgo de que una oposición impopular obtuviera un enorme triunfo político.” Cómo comenta Maravall, estas consideraciones tuvieron un gran efecto en el conjunto de los ciudadanos, especialmente en aquellos que habían votado al PSOE en las anteriores elecciones y que mantendrían su lealtad partidista en el referéndum sobre la OTAN. 2 En diciembre de 1984, Manuel Sacristán pondría de relieve los costes de esta manera de hacer política: “Tal vez lo más importante que ocurra si el consenso de unos y otros políticos nos integra definitivamente en la OTAN, no sea la integración misma, sino la imposición a los españoles del sentimiento de impotencia, de nulidad política, de su necesidad de obedecer y hasta de volver su cerebro y su corazón del revés […]. Hacia dentro es la OTAN para España tan temible como hacia fuera, y más corruptora.” 4

1. Tríptico “OTAN no, Bases fuera, Referéndum ahora,” Coordinadora de Comités anti-OTAN de Cataluña, 1981.

2. Joan E. Garcés, Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles, Siglo XXI, Madrid, 2012.

3. José María Maravall, El control de los políticos, Taurus, Madrid, 2003.  

4. Manuel Sacristán, “La OTAN hacia dentro”, Liberación, 2 de diciembre de 1984.

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