¿Dónde están las personas desaparecidas? Verdad y justicia, un requisito para la paz

Un abrazo resiliente. Relevancia del acompañamiento en casos de desaparición forzada

Cuando un ser humano experimenta situaciones difíciles o extremas, el acompañamiento se reconoce como un apoyo fundamental ante las nuevas realidades a las que hace frente. Un ejemplo que puede resonar en la vida cotidiana de la mayoría de los individuos es cuando se recibe la noticia de un problema de salud. No es difícil visualizar la siguiente imagen: un médico notificando a un paciente sobre una enfermedad terminal o un padecimiento crónico. La manera y sensibilidad con la cual se transmita la noticia, como el hecho de que el paciente se encuentre o no acompañado, serán de gran influencia para el impacto de la notificación. En esos momentos se abre la posibilidad para que el paciente experimente las etapas de un duelo ante la pérdida latente de su salud. Contar con un apoyo afectivo a través del acompañamiento puede tener una fuerza emocional tal, que el hecho adverso pueda ser tomado con más calma y otorgue pautas para pensar estrategias que incidan sobre su calidad de vida.

Dentro del pensamiento budista existen diversas frases y fábulas orientadas a que las personas puedan analizar menos sobre lo que enfrentan en la vida y más sobre cómo lo enfrentan, pero ¿esto es posible en casos de desaparición forzada? Analicemos esto con detalle: dentro de las expresiones de violencia, la desaparición de personas se cuenta entre las más graves, debido a que la incertidumbre que genera tiene la capacidad de desarticular psíquicamente a las familias y a los seres queridos de quien desaparece.

En las familias de desaparecidos las repercusiones se visualizan en sentimientos de dolor, terror, desgaste emocional, culpa, enojo, entre otros. La desaparición de un ser querido marca un antes y un después en la vida de los familiares. A pesar del tiempo transcurrido, el sufrimiento se hace presente debido a la pérdida de esperanzas, decepción ante los organismos del Estado y los problemas económicos generados a raíz de la desaparición. La vivencia de tener un familiar desaparecido genera, a través de los años, diversos cambios en las percepciones, sentimientos y creencias. En una primera etapa la angustia y la ansiedad son predominantes, mientras que en una segunda etapa los sentimientos más visibles son cansancio, tristeza y desesperanza1.

Contar con un apoyo afectivo a través del acompañamiento puede tener suficiente fuerza emocional para que el hecho adverso se asimile con más calma

El sentimiento de incertidumbre es una constante que genera sufrimiento debido a la existencia de una pérdida ambigua y que se prolongará hasta no tener la certeza del paradero del ser querido. Lo anterior está relacionado a lo que se ha denominado un duelo ambiguo; en éste se percibe a la persona ausente físicamente, pero presente psicológicamente, puesto que no hay seguridad sobre si está viva o muerta. La experiencia de vivir un duelo ambiguo frente a una desaparición forzada conlleva un profundo dolor, la incógnita ineludible sobre el fin de su ser querido es una cuestión tormentosa. Causa bloqueos en el manejo de la pérdida, lo que genera una traumatización continua2.

Es importante reconocer el sufrimiento de las familias afectadas y los efectos que recaen sobre ellas, que dicha práctica representa una flagrante violación a los derechos de los familiares de la víctima y que provoca en sus integrantes una angustia mental prolongada. En la búsqueda de la reparación del daño es indispensable la entrega de la persona desaparecida viva o muerta, ya que con ello se incide en la satisfacción de los familiares y se mitiga el dolor; además de acciones gubernamentales en favor de la búsqueda e investigación de los responsables3. Ante estos desgastantes procesos surgen las siguientes preguntas ¿cómo se sobrelleva la incertidumbre y la adversidad que esto genera? y ¿tiene alguna incidencia el acompañamiento en estos casos de profunda complejidad?

Afortunadamente sí es posible desarrollar factores de resiliencia que pueden auxiliar a sobrellevar los escenarios adversos. Estos factores son generados por las acciones de búsqueda, los compromisos emocionales con quien desaparece, la unidad familiar, la fe y la religión, así como el apoyo social de amigos, grupos y pares los cuales ocurren en distintos momentos de acompañamiento. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de resiliencia? A continuación, profundizaremos sobre su concepción, su relevancia dentro del fenómeno de desaparición y su desarrollo a través del acompañamiento.

La resiliencia permite construir o reconstruir tanto alternativas personales como relacionales y espaciales a partir de las dinámicas sociales de convivencia

¿Qué entendemos por resiliencia?

La palabra resiliencia se deriva del término latino resilium que puntualmente significa “volver atrás; volver de un salto; volver al estado inicial”. La génesis del concepto de resiliencia viene de la ciencia física y fue utilizado para hacer referencia a la elasticidad y capacidad de un cuerpo para recuperar su tamaño y forma originales después de ser manipulado4.

El origen conceptual de resiliencia, en lo concerniente al estudio de los seres humanos, ha sido relacionado con los procesos de adaptación positiva de niños que viven en condiciones de adversidad. Se ha realizado desde una mirada psicológica y psiquiátrica, relacionada con el hecho que durante la década de los setenta, grupos de psicólogos y psiquiatras enfocaron sus esfuerzos al estudio de la resiliencia en niños que se desarrollaban en contextos de riesgo5. Sin embargo, la idea de resiliencia ha evolucionado; es decir, de ser concebida como algo absoluto pasó a ser algo relativo que depende del equilibrio dinámico de factores personales, familiares y sociales. Asimismo, los momentos del ciclo vital dejan correr su influjo sobre el proceso de resiliencia. La resiliencia también implica una progresión evolutiva que responde a nuevas vulnerabilidades. Por ello, el término de resiliencia da paso a un amplio paraguas conceptual, el cual abarca diversos conceptos relacionados con respuestas positivas en contextos de adversidad. De esta manera, las diferentes acepciones de resiliencia responden a conceptos vinculados con adaptación, capacidad y proceso6.

Existen tres cualidades fundamentales en la resiliencia: 1) comprensión y aceptación de la realidad; 2) creencia que la vida tiene un significado, y 3) habilidad para generar estrategias o alternativas de solución. Existen además características peculiares en el individuo que facilitan la resiliencia, tales como: inteligencia; sentido del humor y optimismo; capacidad de control; alta autoestima; gestión de capital social; autonomía para la toma de decisiones; capacidad para tener iniciativa, y formar un proyecto de vida7. Lo anterior finalmente apunta a factores personales, aunque es importante considerar que existen factores que dependen de las interacciones con los otros.

La resiliencia se forja a través de la adversidad. Esto implica integrar la experiencia en la identidad individual, familiar, grupal y comunitaria, ya que se teje de forma relacional y narrativa

Dentro de los estudios sobre resiliencia y desaparición que he elaborado como investigadora del tema, asumo una conceptualización sobre resiliencia que permite reconocerla como un proceso que involucra factores internos y externos para enfrentar la adversidad, en el cual, a partir de situaciones adversas, existen posibilidades para construir o reconstruir tanto alternativas personales como relacionales y espaciales a partir de las dinámicas sociales de convivencia8.

Se entiende que el estudio de la resiliencia dentro del fenómeno de desaparición forzada ha dado paso a un paradigma, en el cual lazos relacionales que unen a personas y sistemas permitan caminar hacia una trayectoria compartida. Importa decir que ningún factor promueve la resiliencia de manera individual. Para promover un desarrollo se deben ver involucrados varios factores que actúen de manera combinada. Dichos factores responden a diferentes contextos y circunstancias, por lo que es necesario discernir y comprender las estrategias de acuerdo con la lógica y situación de las personas cuando tienen que enfrentar situaciones difíciles.

Dentro del fenómeno de desaparición forzada es preciso puntualizar que la resiliencia se forja a través de la adversidad, no a pesar de ella, por lo cual es necesario reconocerla, y esto implica integrar la experiencia en la identidad individual, familiar, grupal y comunitaria. Es decir, se teje de forma relacional y narrativa, a través del razonamiento narrativo se descubren las posibilidades de autorrestauración y crecimiento en la adversidad. Esto ocurre porque “promueve una serie de capacidades comunicacionales que permiten compartir creencias y narrativas; fomentar sentimientos de coherencia, colaboración, eficacia, confianza y afrontar las dificultades”9.

Por ejemplo, para las mujeres que buscan a sus desaparecidos en México, los procesos de resiliencia son más habituales cuando pertenecen a grupos conformados por familias y personas que buscan a sus desaparecidos. Pues en estos grupos surgen sentimientos de identidad, donde se identifican como “hermanos del mismo dolor” y, de acuerdo a sus narrativas, pueden comprenderse de manera más profunda al compartir experiencias, sentimientos e incluso evocar al recuerdo de sus seres queridos.

El acompañamiento solidario de personas que no tienen desaparecidos ha alimentado la esperanza y confianza de quienes han sido víctimas de este fenómeno

El proceso de resiliencia suele suceder de manera diferenciada. Cada individuo puede tener reacciones muy variadas al mismo evento o puede necesitar mayor o menor tiempo para procesar la experiencia. Depende de variables tales como la edad o el significado que se le otorgue a dicha experiencia. Resumiendo, los contextos donde puede reproducirse la resiliencia se encuentran bajo constante transformación, y los individuos involucrados en eventos violentos tienen diversas formas de reaccionar ante éstos, lo cual no siempre puede dar paso a procesos resilientes. La existencia de recursos comunitarios, y el hecho de que las personas y las familias se dispongan a utilizarlos, puede incidir de forma favorable en los procesos de resiliencia, pues a través de ellos se puede reforzar el capital social y los sentimientos de empatía que contribuyen a dar significado y sentido a la vida10.

Con respecto a esto último, es de destacar cómo las familias que se han organizado para buscar a sus desaparecidos en México han encontrado eco y empatía de algunos sectores de las poblaciones donde realizan sus búsquedas. Por ejemplo, al realizar brigadas organizadas de búsqueda en terrenos que se sospecha que han sido usados como fosas clandestinas, han podido establecer redes de apoyo comunitarias a través de algunas iglesias, donde se fomenta la empatía y se llama a la solidaridad durante las brigadas. El acompañamiento solidario de personas que no tienen desaparecidos ha generado un aumento en la esperanza y confianza de quienes han sido víctimas de este fenómeno.

Es por lo tanto importante conocer y re-conocer cuáles son los principales retos y obstáculos que se enfrentan; sobre todo cuando las personas y las familias deciden realizar acciones de búsqueda y en el marco de las cuales pueden vivir procesos que a veces sugieren episodios desalentadores. Por ejemplo, el encuentro de cadáveres y restos genera sentimientos de tristeza por la situación y puede ser incompatible con la alegría de encontrar desaparecidos. De igual forma, también importa considerar que estas personas se enfrentan ante la incapacidad institucional de una oportuna y pertinente investigación forense. Dada la importancia del enfoque relacional que conlleva el proceso de resiliencia, es importante mirar el acompañamiento en los casos de desaparición como un detonante importante para sobrellevar la adversidad, pues el aislamiento puede sesgar los procesos resilientes en un individuo que ha sufrido un episodio traumático.

Los caminos que se construyen durante la búsqueda requieren de espacios para la expresión emocional, la empatía y para reconstruirse bajo nuevas identidades que permitan sobrellevar la angustia, la incertidumbre y la desesperanza

Lo óptimo para que las familias y personas que buscan a sus seres queridos desarrollen resiliencia es que ocurra un acompañamiento psicosocial, entendido como un acompañamiento que comprende los procesos de bienestar desde una integración de lo emocional y lo relacional bajo determinados contextos. El acompañamiento bajo una perspectiva psicosocial requiere la comprensión de los múltiples contextos sociales, culturales y políticos en los que se construye y deconstruye la identidad, el mundo emocional y relacional. Tiene como objeto construir un proceso reflexivo entre la población víctima, su red social y los acompañantes, que contribuya a la superación de los efectos sociales y emocionales de la violencia a través de la resignificación de la identidad y el reconocimiento de recursos sociales y personales. De forma metafórica, este acompañamiento actúa como motor y brújula interior para configurar este proceso11.

En muchas ocasiones quienes se solidarizan con las víctimas de la desaparición forzada de familiares o seres queridos no conocen ampliamente el sentido de un acompañamiento psicosocial, no obstante, el acompañamiento en sí provee elementos para promover la resiliencia. Ante una desaparición forzada los caminos que se construyen durante la búsqueda requieren de espacios para la expresión emocional, para la empatía, para reconstruirse bajo nuevas identidades que permitan sobrellevar la angustia, la incertidumbre, la frustración y desesperanza; de esta forma, los principales aspectos a considerar es que las acciones de apoyo deben estar orientadas a las necesidades que las mismas personas perciben dentro del entorno donde se encuentran. Bajo estas consideraciones, es preciso dirigir un acompañamiento que favorezca tanto procesos de resiliencia orientados a la dimensión emocional e identitaria, como a procesos de resiliencia política a través de acciones de búsqueda, demandas de justicia y acciones por la memoria. La resiliencia política ha sido visible en México, donde las familias afectadas por las desapariciones, con sus diferentes luchas de índole política, lograron la promulgación de la Ley General de Desaparición Forzada y Cometida por Particulares, entre otras disposiciones legales. Asimismo, han posicionado el fenómeno como uno de los principales asuntos públicos a atender, lo cual incide sobre sus percepciones de estar “haciendo algo” en favor de sus desaparecidos.

1. Estas aseveraciones están fundamentadas en estudios realizados por Giraldo, L; J. Gómez, y K. Maestre (2008). “Niveles de depresión y estrategias de afrontamiento en familiares de víctimas de desaparición forzada en Medellín”. International Journal of Psychological Research. Vol. 1. Núm. 1, 27-33; Rojas, P. (2009). La interminable ausencia. Santiago, Chile: LOM; Salazar, K. (2018). Transformaciones familiares suscitadas por la violencia vinculada con el narcotráfico en Nuevo León. Tesis para obtener el título de Doctor en Filosofía del Trabajo Social con Orientación en Políticas comparadas del bienestar social. México: Universidad Autónoma de Nuevo León.

2. Referencia acorde con los señalamientos de Cabodevilla, I. (2007). “Las pérdidas y sus duelos. Unidad de Cuidados Paliativos”. Hospital San Juan de Dios. Pamplona.Revista;Sist. Sanit. Navar. Vol. 30. Núm. 3, 163-176.

3. Rojas, N. (2013). “Ley de víctimas y desaparición forzada en Colombia”. Revista Logos Ciencia & tecnología. Vol. 1. Núm. 5, 39-50.

4. Fundamentado en: Kloterianco, M; Cáceres, I. y M. Fontecilla (1997). Estado de arte en resiliencia. Washington: Organización Panamericana de la Salud Masten, A. (2001). “Ordinary magic: Resilience processes in development”. American psychologist. Vol. 56. Núm. 3. Estados Unidos de Norteamérica: Washington; Monroy, B. y L. Palacios (2011). “Resiliencia: ¿Es posible medirla e influir en ella?”. Revista Salud Mental. Vol. 34. Núm. 3. México: Cd. de México; Villalba, C. (2003). “El concepto de resiliencia individual y familiar. Aplicaciones en la intervención social”. Revista Intervención Psicosocial. Vol. 12. Núm. 3. México: Cd. de México.

5. Acorde con De Klinkert, M. (2003). Resiliencia: la estimulación para enfrentar desafíos. Buenos Aires: Lumen; Masten, A. (2001). “Ordinary magic: Resilience processes in development”. American psychologist.Vol. 56. Núm. 3, 227-238.

6. Conforme a lo señalado por Masten, A. y J. Obradovic (2006). “Competence and resilience in Development”. Annals of the New York Academy of Sciences. Vol. 1094. Núm. 1, 13-27; Villalba, C. (2003). “El concepto de resiliencia individual y familiar. Aplicaciones en la intervención social”. Revista Intervención Psicosocial. Vol. 12. Núm. 3, 283-299.

7. Referenciado en García, María Cristina y Elsy Domínguez (2013). “Desarrollo teórico de la resiliencia y su aplicación en situaciones adversas: una revisión analítica”. Revista Latinoamérica de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud.Vol. 11. Núm. 1. Colombia: Manizales.

8. Bajo el soporte teórico de Cyrulnik, B. (2001). La maravilla del dolor. Barcelona: gedisa; Quiñonez, M. A. (2007). “Resiliencia. Resignificación creativa de la adversidad”. Caldas: Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

9. Nota textual de Builes M. y M. Bedoya (2008). “La familia contemporánea: relatos de resiliencia y salud mental”. Revista Colombiana de Psiquiatría.Vol. 37. Núm. 3, 344-354.

10. De acuerdo con Villalba, C. (2003). “El concepto de resiliencia individual y familiar. Aplicaciones en la intervención social”. Revista Intervención Psicosocial. Vol. 12. Núm. 3. México: Cd. de México.

11. En función a lo señalado por Arévalo, L. (2010). “Atención y reparación psicosocial en contextos de violencia sociopolítica: una mirada reflexiva”. Revista de estudios sociales. Núm. 36, 29-39. Y Marín, V. y L.F. Zapata (2017). “Acompañamiento psicosocial en el marco del proceso de excavación en el Polígono 1 de la Escombera, Medellín, 2015”. Revista Khatarsis.Núm. 23, 142-165.

SOBRE LA AUTORA
Karla Salazar Serna es miembro del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctora en Filosofía del Trabajo Social con Orientación en Políticas Comparadas de Bienestar Social, cuenta con una maestría en Trabajo Social con Orientación en Proyectos Sociales y una licenciatura en Derecho. Su línea de investigación está enfocada al estudio de la resiliencia y los procesos que viven las personas y familias que han sido víctimas de entornos violentos, narcotráfico, guerras y conflictos armados.

Fotografía Resilencia

© Generalitat de Catalunya