El 29 de septiembre, el ICIP participó en la conferencia Berlin Peace Dialogue 2022. Esta edición llevaba por título: «Europa en la sombra de la guerra: nuevos retos para la prevención de crisis civil y la gestión de conflictos». Organizada por el consejo asesor del gobierno federal alemán para la prevención civil de crisis y la consolidación de la paz, el objetivo de la conferencia era que profesionales del ámbito internacional, académicos, responsables políticos, activistas y pacifistas conversaran sobre la eficacia y las limitaciones de las estrategias utilizadas actualmente en la prevención de crisis, así como de innovaciones en el ámbito mencionado.

El acto inicial de la conferencia, a cargo de la ministra de Asuntos Exteriores alemana Annalena Baerbock, se centró en dos reflexiones básicas: el cambio climático como principal reto de la seguridad nacional en el futuro, y Ucrania como punto de inflexión en Europa.

Cambio climático como reto de seguridad

La prevención es una herramienta clave y necesaria para la resolución y transformación de conflictos, ya sea en la dimensión local, regional, o internacional. Cuando hablamos de cambio climático, la prevención adquiere un carácter más central, más físico, y más tangible: prevención para mitigar los efectos del cambio climático sobre la vida de las personas, su estilo de vida, etc.  Episodios como las inundaciones masivas en el Pakistán, donde 33 millones de personas se han tenido que desplazar forzosamente, ponen de manifiesto que seguridad también quiere decir estar preparados y protegidos del cambio climático.

La ministra Baerbock expresó como, bajo la visión alemana, tienen claro que la preparación y prevención en clave climática será lo que determine la resiliencia de las naciones ante los efectos del cambio climático. “La seguridad climática será la base de la seguridad nacional del futuro”. En esta línea, añadió, la seguridad climática será un componente clave de la paz del futuro. Defendió que aunque Europa se encuentre en un contexto de guerra, cuestiones como la protección del clima y la prevención tienen que seguir ocupando un puesto preferencial en la agenda política. Además, incluirlo como una parte esencial de las estrategias de consolidación de la paz, con el fin de hacerlas más sistémicas y cohesionadas.

Ucrania como a «Zeitenweinde»

Ucrania marcará, sin duda, un antes y un después en Europa. El primer ministro alemán, Olaf Scholz, ya describió el 24 de febrero la guerra de Ucrania cómo un momento de «Zeitenweinde» en el continente europeo, eso es, un punto de inflexión en la historia, un hecho que marcaba el cambio de una era. También es muy probable que el nuevo orden de seguridad europeo se redefina en paralelo a la resolución del conflicto. La gran cuestión seguirá siendo Rusia. ¿Es la idea de paz y seguridad común en Europa (aquella que evocaba un espacio de seguridad cooperativa desde Vancouver hasta Vladivostok) una ilusión? ¿Podemos tener esperanzas todavía? ¿O más bien, aceptar el fracaso del proyecto de seguridad común a Europa?

La idea de la seguridad compartida en Europa reflejaba un tiempo de profundo cambio y de grandes expectativas. Puede parecer muy ingenuo hoy, pero las personas que negociaron la Carta de París – Por una nueva Europa, en 1990, no lo eran, de ingenuas. Este fue también el momento en que se produjeron algunos de los mayores hitos en términos de construcción de confianza en materia de seguridad en Europa, como varios tratados de control de armas, o la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE).

Heidi Grau, diplomática suiza, Representante Especial de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en Ucrania y en el Trilateral Contact Group (TCG), critica la falta de voluntad política y de inversión necesaria al tener estructuras de seguridad cooperativa en Europa Occidental: “Europa Occidental se centró demasiado en la OTAN y  en la UE. No se prestó suficiente atención a la CSCE, a la OSCE y a la arquitectura de seguridad de Europa Oriental”. Ciertamente, es pertinente criticar que Europa Occidental no tuvo lo bastante presente lo que pasaba en “la otra Europa”. Sea cuál sea el resultado de la guerra, los problemas de funcionamiento de la OSCE se han arrastrado desde los años noventa, y si queremos mantener (o relanzar) el rol de organizaciones como esta, se tiene que invertir más, y dirigir la cuestión de los mecanismos de toma de decisiones.

Desde Europa está el reto de establecer una nueva relación con Rusia. Que no funcionara con la estrategia Merkel no quiere decir que se tenga que terminar. No hay futuro en Europa sin una relación constructiva y buena con la Rusia post-Putin. Por muy difícil que parezca ahora, el espíritu del Acta Final de Helsinki de 1975 tendría que ser la base de la nueva manera de convivir con Rusia en Europa. Si nos movemos fuera de este marco, no habrá ningún escenario que no esté basado en la paz armada.

Aquí tenemos trabajo para elaborar, pensar, articular y proponer. Hacia la población rusa y los dirigentes rusos post-Putin. Debemos ir más allá del apoyo a Ucrania, y pensar en el gran marco de la seguridad europea. En este sentido, el nacimiento de la Comunidad Política Europea en el marco de las “dramáticas consecuencias de la guerra de Ucrania”, con la voluntad de ser un foro de diálogo, que pueda reunir a los líderes políticos en igualdad de condiciones, para fomentar el diálogo político y la cooperación en materias de interés común”, y que agrupa a 44 países—a pesar de que excluye Rusia y Bielorrusia, por ahora – es un paso en la dirección correcta.

Elisenda Comadran Casas es técnica del área «Alternativas de seguridad» del ICIP.

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