El 22 de diciembre de 1997, hoy hace 25 años, 45 personas fueron brutalmente asesinadas en la pequeña comunidad de Acteal, municipio de Chenalhó, en los Altos de Chiapas, México. Entre las víctimas, niños y niñas, mujeres y hombres desarmados. Pertenecían a la organización Sociedad Civil Las Abejas de Acteal, una articulación pacifista en medio del conflicto. Todavía hoy, familiares y supervivientes del ataque siguen reclamando verdad, justicia y reparación. 

A finales de 1997, la tensión era máxima en Chiapas. Si bien el gobierno mexicano y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ya habían firmado los Acuerdos de San Andrés, la violencia no había cesado en la región, especialmente contra las poblaciones indígenas. Grupos paramilitares, que muchos observadores locales asociaban al Partido Revolucionario Institucional (PRI), operaban con la connivencia de las autoridades o incluso instigados por ellas, asediando a personas y comunidades sospechosas de simpatizar con el zapatismo. En los Altos de Chiapas, este hostigamiento llegó a ser una verdadera política de terror que causó el desplazamiento forzado de cerca de 9.000 personas. La fuerte presencia de militares y otros actores armados, así como los movimientos tan masivos de población añadieron tensión a conflictos preexistentes y agravaron las condiciones de vida ya muy precarias de las comunidades indígenas. 

Es en este contexto que un grupo de indígenas tsotsiles buscaron refugio en la comunidad de Acteal, huyendo de grupos armados que les habían quemado casas y cultivos y robado sus pertenencias. Cuando estaban celebrando una oración por la paz en la capilla de la comunidad, fueron atacados por un grupo de unos 90 paramilitares con armas de gran calibre. Algunas personas pudieron esconderse y escapar, pero 16 niñas, 4 niños, 18 mujeres (5 de ellas embarazadas) y siete hombres quedaron atrapados y fueron ejecutados allí mismo. Otras 26 personas – la mayoría menores de edad – resultaron heridos. Algunos todavía hoy arrastran lesiones.

A sólo 200 metros del lugar de los hechos se encontraba un poste de operaciones mixtas (militares, judiciales y de seguridad pública) desde el cual se pudo presenciar el ataque durante las siete horas que duró. No hicieron ningún tipo de intervención, ni para impedir las muertes ni para auxiliar a las víctimas. En los días sucesivos, el gobierno – y el mismo presidente de la República, Ernesto Zedillo, intentó hacer pasar los hechos como un incidente dentro de un conflicto étnico entre comunidades opuestas.

Pero el ataque fue tan espeluznante que enseguida atrajo la indignación de la opinión pública mexicana y la atención de la solidaridad internacional. El asalto fue denunciado como un intento más para desarticular a los indígenas organizados de la zona que buscaban formas de autogobierno para proteger sus derechos. 

La Sociedad Civil Las Abejas de Acteal se había constituido cinco años atrás precisamente a estos efectos, como espacio para reivindicar con métodos pacíficos los derechos de los pueblos indígenas y trabajar colectivamente para avanzar en el bienestar de las 28 comunidades del municipio de Chenalhó integrantes de la organización. Las Abejas simpatizaban ciertamente con gran parte de las reivindicaciones sociales del EZLN, pero no con la vía armada por la que optó. De hecho, siempre se ha mantenido desvinculado del grupo insurgente, del mismo modo que siempre se ha mantenido al margen de cualquier partido político. Muy inspirados por el entonces obispo de San Cristóbal de Las Casas, “Tatik” Samuel Ruiz, eran y siguen siendo un referente de la resistencia civil noviolenta. A lo largo de los años el proyecto fue incorporando y profundizando aspectos sociales, de comunicación, educación, salud, económicos (por ejemplo, una cooperativa de mujeres artesanas), religiosos, etc. También cuenta con una estructura para la resolución dialogada de los conflictos.

Una tarea importante de Las Abejas es seguir manteniendo viva la memoria de la matanza de 1997 y construir Lekil Chapanel, Justicia Verdadera en tsotsil, como garantía de que no se repitan barbaries como las que vivieron 25 años atrás y que, como tantas otras, ha quedado impune.

Si bien es cierto que poco después de los hechos se detuvieron algunos de los participantes en el asalto, éstos fueron rápidamente excarcelados, y nunca ha habido juicio contra los autores intelectuales – y políticos – del ataque. 25 años de impunidad que ilustran muy claramente el acceso limitado a la justicia que tenían y siguen teniendo las víctimas de graves violaciones de los derechos humanos en México. Finalmente y tras mucha presión, en 2020 el gobierno de López Obrador reconoció la responsabilidad del estado mexicano en la masacre de Acteal. Gesto simbólicamente importante, pero insuficiente para hacer plenamente efectivo, el derecho a la verdad, justicia y reparación que reclama la comunidad. Insuficiente también para protegerla de las agresiones y hostigamiento que ha continuado sufriendo.   

El asesinato de Simón Pérez el 5 de julio de 2021 puso nuevamente en evidencia la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra frente a los grupos armados que operan impunemente por la zona. Expresidente de la mesa directiva de la Sociedad Civil de Las Abejas de Acteal, joven catequista y promotor de la noviolencia, Simón Pérez era precisamente una de les personas más activas en la denuncia de la responsabilidad del Estado en la matanza de 1997. Hoy, compañeros, familiares y organizaciones de derechos humanos de todo el mundo reclaman justicia por su muerte. 

Acteal es un caso más de represión contra aquellas comunidades indígenas que buscan el cambio social. La expansión del narcotráfico, la incapacidad o falta de voluntad para contenerlo, así como el expolio de los recursos naturales presentes en sus territorios hacen de estas comunidades campos de batalla, desagregando el tejido social, pauperizando las condiciones de vida y engordando con sus gentes las funestas estadísticas de homicidios, desapariciones y desplazamientos forzados en México.

Sin embargo, y a pesar de todos los embates de grupos violentos, Las Abejas de Acteal han conseguido mantenerse coherentes con su cosmovisión y fieles a sus principios y valores. Con los años, Acteal se ha convertido en un símbolo de memoria contra los crímenes del pasado y de resistencia pacífica frente a las injusticias del presente. De la perseverancia, lucidez, espiritualidad y dignidad de sus integrantes emana una fuerza moral que aporta orientación a un país y un mundo que normalizan con demasiado fácilmente la violencia.

El pasado 28 de octubre se constituyó formalmente la Plataforma para la Construcción de Paz en México, un espacio donde participan varias organizaciones – entre ellas el ICIP – que quieren ofrecer marcos de análisis y acción basados en la construcción de paz para hacer frente a la grave crisis de seguridad que vive México. No podía haber mejor lugar para el nacimiento de una nueva iniciativa de paz que el corazón de Acteal, colmena de resiliencia, noviolencia y esperanza.

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